miércoles, 1 de diciembre de 2010

No se por qué sos así con papá - Javier Rosenberg

Daniel prendió un cigarrillo y deseó que todo terminara rápido.

La madre esperaba en silencio, sentada en una esquina del amplio y frío recinto. Con un pequeño pañuelo cubría su boca con rostro compungido. La mirada, como hace años, se perdía en el vacío.

El dueño de la funeraria hojeaba el diario donde el hombre, que ahora estaba atrás, convirtiéndose en cenizas, ocupaba la tapa y dos páginas centrales. Esperaba que no se produjera ningún incidente. Él solo hacia su trabajo y no se interesaba en la vida privada de sus clientes. Total decía siempre­ ya eran historia.

—¿Yo no se por qué sos así con papá? En el fondo era una buena persona. Ya se que no pasaba mucho tiempo con nosotros, pero eso era porque trabajaba muchísimo. Sabes que eran tiempos difíciles y papá tenía muchas responsabilidades.

—¿Por qué no podes aceptar lo que fue?

¿Cómo podes seguir pensando esas cosas ahora que está muerto? Él nos quería mucho. No te acordás de que cada vez que volvía a casa nos llenaba de regalos. Y a mamá también la quería.

La pobre tuvo que criarnos sola. Ni siquiera dejaba que su madre la venga a ayudar.

Pero mirá, la pobre está destrozada. No tenés compasión ni por tu madre.

—Por eso estoy aquí. Ella no tuvo la culpa de estar casada con un monstruo.

Daniel ¿Cómo podés decir eso de tu propio padre? No te acuerdas cuando venía a darnos las buenas noches y nos leía un cuento.

Venía porque estaba borracho y seguramente no quería escuchar los reproches de mamá.

¡Daniel!

No había día que no volviera oliendo a whisky ¡Si volvía!

Papá hizo lo que el país necesitaba en ese momento y fue leal a la patria.

Y al que no aceptaba sus órdenes lo mandaba a tirar al río.

Sos un desconsiderado. No te puedo escuchar cuando te pones así. Mejor me voy a estar un rato con mamá. La pobre no puede más.

Roxana, la hija menor, era la única que en cierto modo sufría por la muerte de su padre. Se había ocupado de él desde que este cayó enfermo. A pesar de su belleza nunca formó una familia. Era cierto que también debía cuidar a su madre, que tampoco parecía estar bien, pero ahora no sabía qué hacer, la muerte del padre la había sorprendido por completo. No esperaba que un hombre que había sabido ser fuerte y valeroso, una mañana, sin más motivos, no despertara. Lo iba a extrañar mucho. Desde hace años era la única persona con quien hablaba, porque la madre, desde aquellos tiempos, se había encerrado en un mutismo infranqueable y no hacía más que mirar todo el día a través de la ventana.

Daniel tiró la colilla del cigarrillo en el cantero del pequeño patio interior y volvió al recinto para hacer compañia a su madre.

—¿Cuando volvés? —Preguntó Roxana.

—Mañana mismo.

—¿Por qué no te quedas unos días?

Acá ya no tengo más nada que hacer.

—Hacelo por mamá aunque sea.

Ni siquiera lo podemos enterrar como Dios manda —Continuó Daniel rompiendo el silencio.

La cremación fue idea de mami; para tenerlo siempre cerca.

—Lo decidiste vos para que su tumba no se convierta en un monumento de repudio e insultos.

—¿Sabés? No te soporto.

Y yo no aguanto tu hipocresía.

Cuando el gerente de la funeraria salió con el pequeño nicho Roxana explotó en un llanto amargo y se arrojó sobre él. La madre se puso de pie y no supo qué hacer. Daniel saludó al gerente, agradeció la discreción y tomó del brazo de su madre para guiarla al auto.

En el viaje nadie habló. Daniel conducía apresurado y fumaba. Quería dejar a su familia en el departamento y volver al hotel. Mañana mismo tenía vuelo de vuelta. Quería volver cuanto antes a su perdido pueblo de la fría y lejana Alemania, donde nadie conocía su historia y donde lo esperaban su mujer y su pequeña niña.

Llegaron ya de noche. Daniel las acompañó hasta la entrada del edificio y se despidió de su hermana con dos besos. No quería subir ni por un momento al departamento donde había vivido toda su infancia y juventud. Cuando le dedicó un abrazo a su madre ella le dijo en voz baja, susurrándole al oido, que quería por lo menos una vez, antes de morirse,ver a su querida nietita.


Frankfurt am Main

Septiembre 2010